El anuncio de la creación del Ministerio del Medio Ambiente tomó de sorpresa a muchos y luego del reconocimiento a esta iniciativa comenzaron a relucir los temores y los prejuicios. Por un lado, ciertos voceros empresariales lanzaron la advertencia de que el nuevo Ministerio no esté copado por las ONG antimineras. Por el otro, ciertas ONG denunciaron que en el proyecto de ley la función de fiscalización a las actividades mineras estaba ausente, generando la suspicacia que este sector estaba siendo indebidamente favorecido.
Los temores y prejuicios, por lo general agrandan las naturales diferencias que existen en nuestra sociedad. Preocupaciones con cierto correlato con la realidad se convierten en amenazas abiertas. En ese instante las posiciones se endurecen, los actores se polarizan acusándose mutuamente y la posibilidad de encontrar consensos se diluye pues la diversidad se transformó en un abismo insalvable.
Visto desde un ángulo de equilibrio, las diferencias existen pero pueden ser conciliadas, o dicho de otro modo una actitud negativa las puede transformar en irreconciliables. Es incorrecto generalizar sobre las ONG antimineras solo por que algunas de ellas realizan una labor de vigilancia y crítica a algunas inversiones. En el país no existen ONG que se opongan a la minería en general como en Ecuador, donde una importante red de ONG tiene como lema por un "territorio libre de la minería a gran escala", lo que tenemos son ONG que se oponen a la minería excluyente y contaminante y respaldan a la minería moderna y responsable. El tema es cómo distinguirlas. Y para ello es fundamental recuperar la confianza en el Estado y entre todos los actores.
Esta desconfianza llevó a afirmar apresuradamente que la propuesta de Ministerio del Medio Ambiente era inocua pues no iba a fiscalizar a la actividad minera. En realidad tal como lo sugiere la Defensoría, si el nuevo Ministerio cumplirá una función política de promoción y dirección de todo el sistema ambiental en el país, es conveniente desligar la función de evaluación y fiscalización y ponerlo a cargo de organismos técnicos especializados con ciertos niveles de independencia. Aunque Osinergmin no es todavía el organismo ideal para esta función, nadie puede negar que tiene un mejor desempeño fiscalizador de la minería que cuando lo ejercía el Ministerio de Energía. Decenas de inspecciones y multas así lo demuestran. Todo avance por tanto es gradual.
En el tema de la creación del Ministerio del Medio Ambiente, los actores tienen intereses y prioridades distintas. Es muy positivo que cada uno se exprese y alcance sus posiciones; la comisión creada para tal fin está compuesta por personas que merecen el respeto y reconocimiento de la sociedad. Si evitamos el juicio antelado, la suspicacia y las acusaciones, podemos hacer que el Ministerio del Medio Ambiente sea expresión de ese ansiado equilibrio que hace viable a una nación.
Los temores y prejuicios, por lo general agrandan las naturales diferencias que existen en nuestra sociedad. Preocupaciones con cierto correlato con la realidad se convierten en amenazas abiertas. En ese instante las posiciones se endurecen, los actores se polarizan acusándose mutuamente y la posibilidad de encontrar consensos se diluye pues la diversidad se transformó en un abismo insalvable.
Visto desde un ángulo de equilibrio, las diferencias existen pero pueden ser conciliadas, o dicho de otro modo una actitud negativa las puede transformar en irreconciliables. Es incorrecto generalizar sobre las ONG antimineras solo por que algunas de ellas realizan una labor de vigilancia y crítica a algunas inversiones. En el país no existen ONG que se opongan a la minería en general como en Ecuador, donde una importante red de ONG tiene como lema por un "territorio libre de la minería a gran escala", lo que tenemos son ONG que se oponen a la minería excluyente y contaminante y respaldan a la minería moderna y responsable. El tema es cómo distinguirlas. Y para ello es fundamental recuperar la confianza en el Estado y entre todos los actores.
Esta desconfianza llevó a afirmar apresuradamente que la propuesta de Ministerio del Medio Ambiente era inocua pues no iba a fiscalizar a la actividad minera. En realidad tal como lo sugiere la Defensoría, si el nuevo Ministerio cumplirá una función política de promoción y dirección de todo el sistema ambiental en el país, es conveniente desligar la función de evaluación y fiscalización y ponerlo a cargo de organismos técnicos especializados con ciertos niveles de independencia. Aunque Osinergmin no es todavía el organismo ideal para esta función, nadie puede negar que tiene un mejor desempeño fiscalizador de la minería que cuando lo ejercía el Ministerio de Energía. Decenas de inspecciones y multas así lo demuestran. Todo avance por tanto es gradual.
En el tema de la creación del Ministerio del Medio Ambiente, los actores tienen intereses y prioridades distintas. Es muy positivo que cada uno se exprese y alcance sus posiciones; la comisión creada para tal fin está compuesta por personas que merecen el respeto y reconocimiento de la sociedad. Si evitamos el juicio antelado, la suspicacia y las acusaciones, podemos hacer que el Ministerio del Medio Ambiente sea expresión de ese ansiado equilibrio que hace viable a una nación.
La República, 30/01/2008
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