Lamentablemente, se acaban de dar algunos retrocesos preocupantes en la gestión económica del país. Sé que “podría ser peor”, como me comentó un cínico, pero estas medidas no son buenas para nada y eso basta.
El primero de estos retrocesos ha sido prorrogar hasta el 2012 el fin de las exoneraciones tributarias en la Selva, un subsidio de todos los peruanos –que creó Joy Way para “vender” la paz con Ecuador allí– que no ha significado gran cosa para el desarrollo de la zona y que sólo ha enriquecido a los contrabandistas de combustible barato a otras áreas del país. Para variar, el congresista unionista Yamashiro, aquel que se oponía a reducir los impuestos a los espectáculos, tuvo una actuación central en este tema. Estos jóvenes cachorros pepecistas parecen humalistas. Otra medida infausta, otra burrada, es el anuncio de un nuevo Ministerio del Medio Ambiente, cuando si algo tenemos que hacer es reducir los actuales, fusionándolos. Así como una comisión congresal a menudo no descubre, soluciona o sanciona nada, un ministerio no es la mejor solución a un problema. Lo que se va a generar es más burocracia, más gasto público, más despilfarro, más teta para las ONG, más politiquería. Crear un ministerio es como tirar semillas de malahierba en la Selva: pronto aparecerá una burocracia vigorosa y tupida. En todo caso, menos malo y más independiente de la política hubiera sido crear una superintendencia del Medio Ambiente fusionando al Conam, Inrena y otras instituciones para evitar duplicidades y ahorrar dinero al fisco. Y como a Osinergmin le sobra el presupuesto a fin de año, y además como de ese sector viene la contaminación, pues se debería trasladar parte de lo que los mineros aportan de esta reguladora a la nueva superintendencia. Pero un ministerio nuevo no. Es ridículo.
Tampoco es positivo que se haya extendido por un año más el congelamiento de los predios con autoavalúos inferiores a S/.2,800. Sonará inhumano, pero esa desgraciada medida ha provocado una tugurización galopante en varias zonas de Lima (Rímac, La Victoria, Barrios Altos), pues ni el dueño invierte para mejorar su propiedad ni el “Don Ramón” o inquilino avivato le mete un sol al sitio donde vive prácticamente gratis. Algún día se va a tener que cortar eso y será peor conforme pase más tiempo. Después no se quejen cuando se caigan los corralones y muera gente. Y el mercado arreglaría eso mucho mejor, más rápido y de una manera menos corrupta que repartiendo bonos.
Y muy tímidas las recientes medidas para cambiar la matriz energética. El petróleo no cesa de subir y la sociedad ahorraría mucho más a la larga frente a costos inmediatos si “gasificamos” agresivamente el parque automotor. No debió establecerse cilindrajes mínimos (precisamente, queman más gasolina quienes tienen mayor cilindrada), debió eliminarse el arancel y dejar sólo el IGV. Asimismo, debió dársele mayor atención al GLP, que es un combustible más favorable para autos particulares frente a un GNV que es más idóneo para transporte público. Pudo ser mejor.
Correo, 27/12/2007
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