El anuncio presidencial de la creación de un ministerio de Medio Ambiente revela los límites de la pretendida modernidad de varios líderes peruanos. Atrapados en los rezagos de la ideología antiestatal o del mercantilismo critican la iniciativa desde dos ángulos que denotan harta pereza mental: 1) Existen varios organismos que llevan a cabo actividades ambientales; y 2) Todo ministerio implica más burocracia y gasto de recursos. Veo mi archivo de notas y reparo que en su momento alguno de ellos escribió idénticos argumentos contra la creación de los ministerios de la Mujer, en los 90, o de Comercio Exterior y de Vivienda, respectivamente, a inicios de esta década. Curiosamente, son los mismos que predican hasta ahora sin éxito la supresión del Ministerio de Trabajo y se oponen al Centro de Planeamiento Estratégico.
Es otro episodio en la dura batalla que se libra entre los que demandan un Estado al mismo tiempo promotor y regulador y los que sostienen que, como la economía crece, no requerimos de reformas o que estas no deben orientarse hacia el desarrollo sustentable y la universalización de los derechos. Interesante perspectiva: inclusión social sí, pero que no se hable de protección de la calidad ambiental, gestión de los recursos naturales, regulación de ecosistemas, áreas protegidas, gestión del agua o agotamiento de la energía.
Aunque esta postura se vista de cautela de los recursos públicos es el mismo afán que en el pasado se opuso a que el Estado desarrolle políticas sociales. Ahora se opone a que desde el ámbito público se formule y ejecute una política pública ambiental eficaz. Seamos claros, no quieren autoridad ambiental porque saben que la que dice existir, es decir el CONAM, no lo es y fue diseñada para no serlo.
Quizás convenga recordar: 1) En AL, solo el Perú y Panamá no tienen tal Ministerio; 2) Que Chile, referente en más de un tema público, ha creado uno; y 3) Que todos los países de la UE, con menos biodiversidad que el Perú, cuentan con un ministro ambiental.
En el marco de la alerta mundial sobre cambio climático y del florecimiento de la responsabilidad social empresarial la creación de ese ministerio debe ser vista como una estupenda oportunidad no solo defensiva y reguladora sino financiera. La Cumbre de Bali, ha abierto la puerta a la ayuda financiera, pública y privada, a gran escala a las naciones para la protección de sus bosques y junglas vía el Fondo de Adaptación previsto por el Protocolo de Kioto. Se ha iniciado así la ruta que permitirá que los países biodiversos como el Perú sean premiados, asistidos y respaldados por la humanidad a cambio del aprovechamiento sustentable de sus recursos.
En este punto acaso debería producirse el primer cambio: superar el reduccionismo que privilegia la creación de este ministerio como una pieza en la implementación del TLC con EEUU. Si así se piensa podríamos estar construyendo un equívoco. Nuestro ambientalismo no puede ser el resultado de una externalidad sino de un compromiso nacional enraizado en nuestra visión de desarrollo. Lindo tema para el TLC hacia adentro ¿no?
Es otro episodio en la dura batalla que se libra entre los que demandan un Estado al mismo tiempo promotor y regulador y los que sostienen que, como la economía crece, no requerimos de reformas o que estas no deben orientarse hacia el desarrollo sustentable y la universalización de los derechos. Interesante perspectiva: inclusión social sí, pero que no se hable de protección de la calidad ambiental, gestión de los recursos naturales, regulación de ecosistemas, áreas protegidas, gestión del agua o agotamiento de la energía.
Aunque esta postura se vista de cautela de los recursos públicos es el mismo afán que en el pasado se opuso a que el Estado desarrolle políticas sociales. Ahora se opone a que desde el ámbito público se formule y ejecute una política pública ambiental eficaz. Seamos claros, no quieren autoridad ambiental porque saben que la que dice existir, es decir el CONAM, no lo es y fue diseñada para no serlo.
Quizás convenga recordar: 1) En AL, solo el Perú y Panamá no tienen tal Ministerio; 2) Que Chile, referente en más de un tema público, ha creado uno; y 3) Que todos los países de la UE, con menos biodiversidad que el Perú, cuentan con un ministro ambiental.
En el marco de la alerta mundial sobre cambio climático y del florecimiento de la responsabilidad social empresarial la creación de ese ministerio debe ser vista como una estupenda oportunidad no solo defensiva y reguladora sino financiera. La Cumbre de Bali, ha abierto la puerta a la ayuda financiera, pública y privada, a gran escala a las naciones para la protección de sus bosques y junglas vía el Fondo de Adaptación previsto por el Protocolo de Kioto. Se ha iniciado así la ruta que permitirá que los países biodiversos como el Perú sean premiados, asistidos y respaldados por la humanidad a cambio del aprovechamiento sustentable de sus recursos.
En este punto acaso debería producirse el primer cambio: superar el reduccionismo que privilegia la creación de este ministerio como una pieza en la implementación del TLC con EEUU. Si así se piensa podríamos estar construyendo un equívoco. Nuestro ambientalismo no puede ser el resultado de una externalidad sino de un compromiso nacional enraizado en nuestra visión de desarrollo. Lindo tema para el TLC hacia adentro ¿no?
La República, 25/12/2007
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