El anuncio del Presidente de la República de crear un Ministerio del Ambiente es sin duda una buena noticia. Pero para que esto funcione tiene que generar confianza dentro de un marco de igualdad de derechos, con una visión solidaria con las poblaciones y su ambiente que permita la participación de todos los actores sociales en la gestión ambiental, a través del trabajo coordinado.
La gestión ambiental es una responsabilidad de todos, porque la calidad de vida depende de las condiciones ambientales en las que nos desarrollamos. Por este motivo, considero de suma importancia este Ministerio del Ambiente, que se encargue de recopilar la información de carácter ambiental, como un instrumento para educar a la población sobre los recursos naturales y la biodiversidad que posee el país, y la manera más adecuada para conservar y utilizar oportunamente estas riquezas.
La gestión ambiental es una responsabilidad de todos, porque la calidad de vida depende de las condiciones ambientales en las que nos desarrollamos. Por este motivo, considero de suma importancia este Ministerio del Ambiente, que se encargue de recopilar la información de carácter ambiental, como un instrumento para educar a la población sobre los recursos naturales y la biodiversidad que posee el país, y la manera más adecuada para conservar y utilizar oportunamente estas riquezas.
Para ello la educación es fundamental. Un pueblo sin educación desconoce sus deberes y sus derechos, vive en la oscuridad ignorante de todo cuanto acontece a su alrededor y, en consecuencia, es presa fácil del manipuleo de los demagogos que lo utiliza mediante la faramalla y la dádiva, y de quienes desde el poder le imponen el imperio del miedo.
La actual gestión ambiental en el Perú ha fracasado y no genera confianza. Tenemos muchos años de gestión en manos de autoridades diversas, en el sentido que cada ministerio del Gobierno Central cuenta con una dirección ambiental, pero que corresponde a los intereses ambientales del sector a que pertenece, desconociendo los intereses de los demás sectores con lo que comparte recursos.
Ello da lugar a contradicciones y superposición de funciones. El agua es un buen ejemplo, ya que tiene múltiples usuarios: agricultura, sector urbano, pecuario, minero, energético, industrial, turístico, entre otros, e involucra a muchas autoridades que están tomando continuamente decisiones sobre un recurso transectorial y de vital importancia para la humanidad. De otro lado, cada sector exige la asignación de territorios para desarrollar sus actividades. Existe entonces un mapa minero, un mapa petrolero, un mapa forestal, un mapa turístico, otro de expansión poblacional, otro de agricultura, otro arqueológico, que evidencia la carencia de ordenamiento territorial.
En muchos casos los mapas están superpuestos, originando conflictos de intereses sobre usos de suelos o soluciones basadas en el poder económico y político, y no en el ordenamiento territorial. Con frecuencia las soluciones generan conflictos, de modo que lo que gana un sector, otro lo pierde, configurándose un escenario de ineficiencia y corrupción.
Realmente existe la necesidad de crear el Ministerio del Ambiente, sustentado en la concertación y la promoción de pactos sociales en torno al crecimiento económico, la generación de empleo y el desarrollo social. Por ello, no permitamos que la Ley que crea el Ministerio del Ambiente, sirva para consolidar el abuso del poder en la explotación irracional de nuestros recursos naturales, y favorezca sólo a los poderosos tal como lo sentenciara Martín Fierro: “La Ley es trama hermanones que sólo atrapa a los mosquitos y deja pasar a los moscardones”. Este ministerio debe ser del pueblo y ejercer sus funciones en una zona ambientalmente crítica del país: La Oroya
Expreso, 25/12/2007
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