El último chiste de la política peruana consiste en que el inminente Ministerio del Medio Ambiente no podrá regular la minería.
¿Qué? Sí, así lo establece, para regocijo de la Sociedad de Minería, el proyecto de ley que el poder ejecutivo enviará al parlamento. ¿Cuánto habrá costado tamaño proyecto? ¿Qué futuros se habrán previsto? ¿Cuántos commodities estarán en juego? ¿Cómo es que el miedo al poder de los mineros extranjeros es más importante que la conservación en un país devastado por la explotación bárbara de sus recursos?
O sea que el tema de La Oroya, la ciudad fallecida, y Cerro de Pasco, que vive en una neblina de plomo, no lo verá el ministerio ambientalista.
Y no verá el asunto de los relaves que humean ni el de Majaz que merodea ni el de las ampliaciones (siempre soñadas) de Yanacocha, no señor, de ningún modo, qué hubiera dicho Newmont y qué Doe Run y qué, en general, los muchachones de Benavides que ni siquiera el óbolo prometido han terminado de entregar.
Es decir que la gran minería, la gran responsable de que varias comarcas de este país nuestro se parezcan a la Luna que pisó Neil Armstrong, estará exonerada de la fiscalización del nuevo ente, tan pomposamente anunciado hace poco por el presidente de la República.
¿Quiénes controlarán a la minería que vomita sus ácidos en ríos y quiere envenenar los humedales piuranos? Pues el ministerio de Energía y Minas, que es accionista de algunas empresas mineras y que nunca ha hecho nada por la conservación, y Osinergmin, que sí lo ha hecho: hacerse de la vista gorda cada vez que los intereses mineros han entrado en disputa con alguna comunidad.
O sea que la montaña va a parir un nuevo ratón.Un ratón hecho a la medida del gran billetón minero, a la medida de Fritz Dubois, el economista que no es economista y el abogado de las grandes causas dinerarias. A la medida de los chinos estatales de Majaz y a la medida de Pluspetrol, que sigue derramando muerte en el río Corrientes. A la medida, en suma, de quienes miran con codicia la reserva de Candamo y de quienes creen que la culpa del subdesarrollo peruano es de ese perro de hortelano que le ladra a los emprendedores. Si los mineros hacen la ley del medio ambiente, propongo, modestamente, lo siguiente:
Que el BCP redacte la nueva ley de banca, que Garrido Lecca decida qué estímulos oficiales deben recibir productoras cinematográficas como Alpamayo, que El Comercio dictamine los límites en la concentración de la propiedad de los medios, que Baruch Ivcher proponga una nueva ley sobre la binacionalidad, que Ripley legisle en materia de comercio al detalle, que Burga presida el Comité Olímpico, que el Puma Carranza sea miembro de la Real Academia, que Carlitos Álvarez ingrese a la escuela militar de Chorrillos, que Velázquez Quesquén aprenda a recitar a Baudelaire en francés, que Fujimori presida la comisión que cambie los beneficios penitenciarios y que el señor Giampietri, el héroe del Frontón, nos represente ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
También propongo que a los hermanos Sánchez Paredes los pongan en el directorio del Banco Central de Reserva. Y con acceso a la bóveda. He dicho.
La Primera, 11/01/2008
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