Agua que no has de beber.Pelo que no has de lavar. ¿Alguien ha visto dibujos animados sobre la desertificación planetaria en la red? Algunos están cargados de ácido sentido del humor, otros son poco menos que aterradores. Aparecen unos humanos secos y calvos en un panorama extremo donde lavarse el pelo se vuelve económicamente inviable.
Lima, la segunda metrópolis más grande en el desierto después de El Cairo, es particularmente vulnerable a la desertificación. Y como el Nilo, el Rímac sufre bajas de caudal peligrosísimas cosa que además deviene en un desbalance ecológico que afecta los recursos marinos.
Hay que defender las aguas territoriales no sólo de los vecinos sino de nosotros mismos. Para esto, los grupos ecológicos internacionales proponen reservas oceánicas intangibles y vamos a tener la suerte de tener una al frente.
Siendo optimistas, podemos esperar que el deshielo de los Andes traiga agua y que ello coincida con el desarrollo de métodos de desalinización para agua potable. El agua subterránea también va a escasear ya que en muchos casos no es un recurso renovable.
El impacto del humano en la naturaleza es un hecho científico. Los mismos productores de combustible han comprado sus acciones de vuelta esperando el precio tope del petróleo, mientras invierten en investigar y masificar nuevas fuentes de energía. A todo esto el carro eléctrico existe hace décadas, pero al igual que el tranvía y los trenes fue víctima del lobby automotor y petrolero.
Doscientos años de combustible fósil y Revolución Industrial pasan la factura, pero las cifras de crecimiento de ningún lado calculan el déficit ambiental. Un estudio publicado por la Academia Nacional Americana de Ciencias en el 2002 concluyó que la demanda humana sobrepasó la capacidad regenerativa de la Tierra alrededor de 1980.
No creo ser fatalista, pero a estas alturas quien se oponga a un Ministerio del Medio Ambiente en pleno S. XXI es porque no le importan las siguientes generaciones o no se quiere enterar.
En eso recibo la cuenta mensual del agua: tengo que pagar 12 soles. No sé si tengo suerte o estoy estafando a la naturaleza.
Lima, la segunda metrópolis más grande en el desierto después de El Cairo, es particularmente vulnerable a la desertificación. Y como el Nilo, el Rímac sufre bajas de caudal peligrosísimas cosa que además deviene en un desbalance ecológico que afecta los recursos marinos.
Hay que defender las aguas territoriales no sólo de los vecinos sino de nosotros mismos. Para esto, los grupos ecológicos internacionales proponen reservas oceánicas intangibles y vamos a tener la suerte de tener una al frente.
Siendo optimistas, podemos esperar que el deshielo de los Andes traiga agua y que ello coincida con el desarrollo de métodos de desalinización para agua potable. El agua subterránea también va a escasear ya que en muchos casos no es un recurso renovable.
El impacto del humano en la naturaleza es un hecho científico. Los mismos productores de combustible han comprado sus acciones de vuelta esperando el precio tope del petróleo, mientras invierten en investigar y masificar nuevas fuentes de energía. A todo esto el carro eléctrico existe hace décadas, pero al igual que el tranvía y los trenes fue víctima del lobby automotor y petrolero.
Doscientos años de combustible fósil y Revolución Industrial pasan la factura, pero las cifras de crecimiento de ningún lado calculan el déficit ambiental. Un estudio publicado por la Academia Nacional Americana de Ciencias en el 2002 concluyó que la demanda humana sobrepasó la capacidad regenerativa de la Tierra alrededor de 1980.
No creo ser fatalista, pero a estas alturas quien se oponga a un Ministerio del Medio Ambiente en pleno S. XXI es porque no le importan las siguientes generaciones o no se quiere enterar.
En eso recibo la cuenta mensual del agua: tengo que pagar 12 soles. No sé si tengo suerte o estoy estafando a la naturaleza.
La República, 28/01/2008
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