¿Por qué un ministerio?
El Perú es un país marcado por la diversidad y heterogeneidad y ofrece reales posibilidades de un desarrollo sustentable. El ministerio del medio ambiente, propuesto por el presidente de la República, ofrece la posibilidad de crear una verdadera autoridad ambiental que asegure gobernar el medio ambiente para crecer mejor.
Al tratar los temas de gobierno ambiental discutimos una manera de mejorar nuestro desarrollo económico, adecuándolo a estándares internacionales de calidad que armonizan bien con las necesidades de nuestra gente. Es el paso, para comparar, de la calidad ISO 9000 a 14000, del mejor servicio, a la mejor calidad de vida de todos los peruanos, en especial los más pobres, sin detener el crecimiento.
Un ambiente mal administrado genera una cadena interminable de consecuencias productivas. En el valle de La Convención, y otros de la montaña o selva alta, la producción de café orgánico es golpeada por plagas que, aprovechando el mayor calor, han subido de la selva amazónica a los andes tropicales.
El deshielo de los glaciares, primer campanazo mediático del cambio climático, tiene consecuencias en el turismo acostumbrado a visitar las montañas andinas. Estamos perdiendo un glaciar paradigmático, el Pastoruri, de la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Se espera una mayor frecuencia de eventos de El Niño y La Niña por impactos derivados de una mayor temperatura en los océanos y de cambios en la orientación y fuerza de los vientos. Estos impactos climáticos requieren radicales decisiones de construcción en lugares seguros en costa, sierra y selva. Exigen preparar a numerosas y variadas comunidades humanas urbanas y rurales para cambios en la disponibilidad de las fuentes de agua y energía, entre otras medidas, para que la dinámica de la naturaleza no limite el desarrollo del Perú.
Como contraparte de este panorama de riesgo tenemos ejemplos de buen gobierno del ambiente y sus resultados en numerosas comunidades que están aplicando enfoques y esquemas de desarrollo, preservando plantas, animales, el suelo, el aire y el agua. Casos emblemáticos como las tortugas taricaya, salvadas por la acción de comunidades indígenas; las vicuñas de Pampa Galeras, convertidas en un negocio de exportación de gran valor; o el bosque de pinos de Porcón, deben multiplicarse para que el Perú sea un país con millones de prósperos hortelanos. Obviamente, una sana gestión minera y energética también tiene buenos ejemplos, a veces no reconocidos.
El estímulo del mercado --generado por la firma del TLC-- le pone indiscutible adrenalina a este proceso en medio de la emergencia climática. Los agroexportadores del norte lideran esfuerzos de investigación para combatir las plagas con medios orgánicos. Nuestros empresarios y campesinos, en varias cuencas, experimentan con innovadoras aplicaciones a la topografía andina de modernos sistemas de riego o adaptan cultivos a los pisos ecológicos que ahora permiten cultivar granadillas o frutas en alturas antes insospechadas.
La creación del ministerio del ambiente nos hace recordar que la hazaña de nuestros mayores fue adaptarse proactivamente a una geografía imposible y sacarle provecho a un entorno que tiene tantas zonas de vida y climas como una gran variabilidad local. El Pachacuti --o gran cambio-- era el evento de El Niño, el cual marcaba el cambio y determinaba las grandes decisiones de gobierno para administrar el agua o almacenar los alimentos. Gobernar bien los beneficios que puede obtenerse del ambiente sigue siendo la clave para todas las generaciones de peruanos.
Al tratar los temas de gobierno ambiental discutimos una manera de mejorar nuestro desarrollo económico, adecuándolo a estándares internacionales de calidad que armonizan bien con las necesidades de nuestra gente. Es el paso, para comparar, de la calidad ISO 9000 a 14000, del mejor servicio, a la mejor calidad de vida de todos los peruanos, en especial los más pobres, sin detener el crecimiento.
Un ambiente mal administrado genera una cadena interminable de consecuencias productivas. En el valle de La Convención, y otros de la montaña o selva alta, la producción de café orgánico es golpeada por plagas que, aprovechando el mayor calor, han subido de la selva amazónica a los andes tropicales.
El deshielo de los glaciares, primer campanazo mediático del cambio climático, tiene consecuencias en el turismo acostumbrado a visitar las montañas andinas. Estamos perdiendo un glaciar paradigmático, el Pastoruri, de la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Se espera una mayor frecuencia de eventos de El Niño y La Niña por impactos derivados de una mayor temperatura en los océanos y de cambios en la orientación y fuerza de los vientos. Estos impactos climáticos requieren radicales decisiones de construcción en lugares seguros en costa, sierra y selva. Exigen preparar a numerosas y variadas comunidades humanas urbanas y rurales para cambios en la disponibilidad de las fuentes de agua y energía, entre otras medidas, para que la dinámica de la naturaleza no limite el desarrollo del Perú.
Como contraparte de este panorama de riesgo tenemos ejemplos de buen gobierno del ambiente y sus resultados en numerosas comunidades que están aplicando enfoques y esquemas de desarrollo, preservando plantas, animales, el suelo, el aire y el agua. Casos emblemáticos como las tortugas taricaya, salvadas por la acción de comunidades indígenas; las vicuñas de Pampa Galeras, convertidas en un negocio de exportación de gran valor; o el bosque de pinos de Porcón, deben multiplicarse para que el Perú sea un país con millones de prósperos hortelanos. Obviamente, una sana gestión minera y energética también tiene buenos ejemplos, a veces no reconocidos.
El estímulo del mercado --generado por la firma del TLC-- le pone indiscutible adrenalina a este proceso en medio de la emergencia climática. Los agroexportadores del norte lideran esfuerzos de investigación para combatir las plagas con medios orgánicos. Nuestros empresarios y campesinos, en varias cuencas, experimentan con innovadoras aplicaciones a la topografía andina de modernos sistemas de riego o adaptan cultivos a los pisos ecológicos que ahora permiten cultivar granadillas o frutas en alturas antes insospechadas.
La creación del ministerio del ambiente nos hace recordar que la hazaña de nuestros mayores fue adaptarse proactivamente a una geografía imposible y sacarle provecho a un entorno que tiene tantas zonas de vida y climas como una gran variabilidad local. El Pachacuti --o gran cambio-- era el evento de El Niño, el cual marcaba el cambio y determinaba las grandes decisiones de gobierno para administrar el agua o almacenar los alimentos. Gobernar bien los beneficios que puede obtenerse del ambiente sigue siendo la clave para todas las generaciones de peruanos.
El Comercio, 11/01/2008
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